Sin dudas es la más original de las bóvedas, en forma de gruta. Aquí descansó el Gral. Tomas Guido, hasta el centenario de su muerte, cuando sus restos fueron trasladados a la Catedral, junto a su inmortal compañero, el Gral. José de San Martín. Esta bóveda fue construida por uno de sus hijos, el poeta Carlos Guido Spano, con sus propias manos, en homenaje a su padre, símbolo de la humildad con la que siempre vivieron.
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